SITUACIÓN: DIP. EL RÍO, EL SALTO, LORCA, MURCIA, ESPAÑA
mayo 2011, la naturaleza arrasa Lorca, la casa herencia de los abuelos destruida, sus habitantes recuperan los pedazos de lo que les ha dejado, los guardan, son sus recuerdos, son su historia.
Parcela de huertos y frutales. De sureste a suroeste la Sierra de Peñarrubia.
Claves. El lugar, los habitantes y sus recuerdos vinculados a sus cosas, sus muebles, sus carpinterías, sus objetos.
En un lugar distinto a la anterior casa emerge de piedra arenisca frente a la sierra, la casa es un elemento más en un lugar, un paisaje asentado – piedras, árboles, tierra labrada – la casa sale del suelo, árida, para mezclarse con el verde que ya existe. Bloques adheridos, suma de unidades, arquitectura aditiva, organiza, agrupa y segrega espacios, es intimidad y reunión.
Frente a la vía de acceso la casa es hermética. Entras en la parcela y andas por el camino que va al fondo, hacia las montaña, los volúmenes se quiebran hacia dentro, la casa se abre al sol, al paisaje. Accedes a través del porche, no hay un hall, un recibidor, es una casa para la familia, los amigos, no existe protocolo, la entrada principal se quedó atrás en el vallado, cada individuo puede entrar y salir desde su cama, libertad de movimiento entre sus habitantes, protegidos de lo que queda detrás, los coches, el ruido, la semana…, es para desconectar. De la sombra verde del porche a los espacios que subliman la vida familiar, la vida de reunión, la voluntad de agruparse de la familia, los lucernarios se alzan sobre la mesa del estar y la mesa del comedor, es el homenaje a la vida del hogar.
La naturaleza entra a través de los huecos filtrada, enmarcada y amansada -mallorquina, ventana, contraventana (las de su antigua casa)- filtros de luz, de sónido; entra el paisaje acotado, sin abrumar porque dentro el habitante quiere vivir con su historia, si el hueco es demasiado grande la naturaleza devoraría sus pequeñas cosas. Cada habitación tiene su lugar en el paisaje, cuando duermes, cuando lees, cuando te reúnes. La casa intenta convivir con la tierra y con la memoria del habitante, discreta entre ambos, intenta que fluyan sentimientos, sensaciones que conmuevan al que la habita, al que la visita, dar respuesta a las cuestiones humanas.
Emerge un lenguaje que habla del lugar, pertenece al habitante, enmarca su memoria.